A buen seguro, después de resonar durante muchos años al cuello de alguna tudanca este campano fue a terminar sus días en una cabaña del pueblo de Celucos en el Valle del Nansa, lugar donde le saqué esta foto.
Si no somos fotografiados seguro que somos vigilados
Hace 22 horas
1 comentario:
Veo que te fijas en los pequeños detalles.
Buen enfoque.
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