A buen seguro, después de resonar durante muchos años al cuello de alguna tudanca este campano fue a terminar sus días en una cabaña del pueblo de Celucos en el Valle del Nansa, lugar donde le saqué esta foto.
Sin estrés, sin desorden
Hace 1 día
1 comentario:
Veo que te fijas en los pequeños detalles.
Buen enfoque.
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