"Un día tiene el trabajador" fue lo que debió de pensar este robusto perro cuando abandonó sus quehaceres con el ganado para dedicarse a contemplar cómo se ponía el sol tras las montañas que separan los valles de Toranzo e Iguña. Mala suerte la suya que en su único momento de descanso tuviera que ser cazado por la indiscreta mirada de mi objetivo.
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